Dedicatoria
A los educadores de niños que aman su misión.
A quienes sueñan una humanidad consciente,
creativa, feliz y apuestan que los niños y los jóvenes
de hoy son la caravana que logrará llegar a la otra
orilla y que nosotros, los mayores, somos a la vez el
puente y los guías en esta travesía.
A los padres y madres que quisieran lo mejor
para sus hijos y se confrontan entre la forma en que
fueron educados ellos, (con los valores y dolores
que entrañó) con la educación que necesitan sus
hijos para tener luz y fuerza creativa para inventar
nuevos caminos dentro de la cultura globalizada y
un sistema económico que ya no sirve a la vida y
al que deben cambiar.
A los niños, padres y maestros de todas las experiencias
educativas que anduvimos juntos y que
atesoré en el corazón y ahora ofrezco con humildad,
como mi mejor regalo, en el coloquio de este
atardecer en el que, junto con los recuerdos, empezamos
a vislumbrar las estrellas.
A Juan Sebastián, a quien escuché recitar a
media lengua, la poesía, aprendida al escuchar
recitar a su hermanita, con quien al partir, se convirtieron,
más que nunca, en ese “Niño Sol”.
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