Introducción
“Los niños en mi vida
Siempre amé a los niños y logré que ellos me
traten como a uno de ellos.
En los momentos difíciles, de incertidumbre, de
pérdida de sentido de todo, porque aquello en lo
que había puesto mi fe parecía una farsa, al encontrarme
con Latinoamérica lejos de ella, cuando
en un largo proceso de descubrimiento de mi
misma y de todas las circunstancias de mi vida y
de mi pueblo, sentía como llagas sin remedio, encontré
un atajo para escapar desde las tinieblas
a la luz: salir volando a la calle para ponerme a
caminar detrás del primer niño que encontraba,
escuchar el diálogo a media lengua con su madre,
observar cuanto hacía, hacer con él un gesto
de saludo y encontrarme con su mirada de paz.
Me detenía a veces en una acera como quien
espera a alguien, para verlos pasar a todos: a los
que iban en su cochecito, bajo vistosas sombrillas,
a los que apretaban resueltos la mano de su padre,
a los que discutían de que ya eran grandes,
para tener que ir de la mano de un adulto, a los
que en grupo retornaban de su escuela, corrían
y se carcajeaban de las “pilatunas” que habían
hecho, o de las que preparaban.
Al regresar a casa, el resultado siempre fue el
mismo: la vida, allí, en la calle y en todas partes, la
vida estaba fresca, a borbotones, solo era menester
mirarla, y valía la pena seguir luchando porque
todos los niño de la tierra cuenten con el amor, la
seguridad, el espacio, la alimentación, la educación
necesarios para que puedan plasmar en existencia
generosa y buena, la oportunidad de vivir.”
(De un artículo escrito hace muchos años).
Por eso, ahora, para escribir este “Coloquio”,
juntar recuerdos, reflexiones, es un juego, una
agradable tarea, y un privilegio tener lectores que
se van a sentir parte de estas historias, porque van
dedicadas a ellos.
El título de “El Niño Sol”, para el presente trabajo,
fue tomado de la poesía que nació al contemplar
un amanecer y mirar al sol como un niño, (un
21 de Junio) especialmente en su característica
de juego, de disfrute de todo lo que hace.
El presente trabajo no tiene la pretensión de
ser un artículo especializado de psicología, pedagogía,
sociología o filosofía sobre los niños, es
un aporte testimonial de mi vivencia con los niños
en mi camino de educadora, es más cercano a
la poesía, cargado de afecto; un juego, como un
rompecabezas de colores, rostros y lugares, como
toda vivencia humana, para compartirlo con quienes
camino en el presente trecho de mi vida.
Es la realización de una estrofa de mi poesía,
Frente al cielo infinito, abrí el alma
y encontré en fondo al ser que todo estaba
vivo dentro de mi, bullendo, entero,
presente, palpitando, sin distancias.
Por eso me pareció oportuno ofrecer al principio,
junto con la poesía del título, algunas poesías
de los dos poetas que más aportaron al desarrollo
de mi sensibilidad por la naturaleza y por la gente,
y especialmente por los niños, porque la misión
de educar a los niños, junto con la mirada siempre
atenta para comprender lo que necesitan, requiere
prontitud de movimiento, y especialmente
apertura de corazón; conciencia de ser educador
en todo momento, pues cada palabra, gesto o
actitud, te relaciona desde tu ser interno, con la
vida personificada en cada niño.
... Este trabajo, trae el relato de varias experiencias
educativas, altamente significativas en mi
vida, así como cortas reflexiones sobre la humanidad
y la educación de las nuevas generaciones
como condición de nuestra sobrevivencia como
especie.
Finalmente, en la última parte, “Ascensión a la
Montaña, con los Niños del INEPE”, se da una visión
general de la educación, desde el Centro de Salud,
con el programa que lleva el título, “Al servicio
de la vida”, como luz que da sentido al proyecto
desde hace 30 años.
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